Hay películas que deben hacerse. Así como hay libros, cómics, pinturas, memes, podcasts, canciones culeras de reggaetón y proezas personales que si no haces te van a masticar el cerebro cada noche, como un tiburón blanco con cravings de cocaína, hasta que termines muerto por dentro en este mar interminable de suicidio existencial que llamamos vida adulta.
A veces hay que enfrentar al tiburón blanco de tus miedos. Y hacer esa trepidante, bastarda, enferma y gloriosa obra maestra. Porque si no la haces, te pudres. Por suerte, Narco Shark sí se hizo. Y su mera existencia demuestra que cuando el deseo de crear algo chingón es más grande que la cordura, se le abren grietas al universo.

BIENVENIDOS A 1989, O A UN VIAJE DE ÁCIDO MAL CORTADO
Dirigida por Gerardo Preciado, Narco Shark no es cine serie B. Ni siquiera serie Z. Esta cosa es serie X, serie triple equis de absurdo sin condón mental. Imagínate: México, 1989. Un cartel de narco-ninjas (sí, ninjas de túnicas rojas liderados por un tal Gold Ninja) hace un deal de cocaína. Todo va bien hasta que aparece un dios tiburón con cuerpo de humano y cabeza de escualo, y los hace carnitas.
Aquí entra Ricky Valente, detective saxofonista con problemas maritales, que decide acabar con el cartel ninja y detener al tiburón asesino adicto a la coca. Porque claro, su esposa (que es un maniquí en vestido de novia con voz ronca) le pide más “hot sax time” y su cuñado Tito, un hikikomori con cara de Mr. Yunioshi y Vito Scotti, solo quiere breakdancear en su cama de VHS comestibles.

UNA PELÍCULA TAN INSANA QUE TE DEJA OLER EL SANGRE Y LA CLORINA
Narco Shark es meta, es trash, es VHS fever dream. Todo está doblado al inglés con subtítulos absurdos, aplausos de audiencia imaginaria, CGI de tiburones voladores que haría llorar a Syfy, breakdancers, gente cogiendo árboles, cabezas gigantes flotantes y frases como: “Never send a t****e to do a ck’s job.”
Hay monjas pandas que dan chochos a gente deprimida, música de sax porno ochentero, alter egos espectrales, y un sentido del humor que es como si David Lynch, Ed Wood y Robert Rodríguez se metieran tres rayas de resistol en un set de Twin Peaks filmado en Naucalpan.

¿POR QUÉ EXISTE ESTA LOCURA?
Porque Gerardo Preciado es un bastardo hermoso. El tipo hacía soundtracks de películas que no existían (outsider cinema sin cine) y un día dijo: “Ya basta de imaginar mierdas, voy a filmarlas.” Su Kickstarter es un homenaje a la idea más valiosa del mundo: NO NECESITAS DINERO PARA CREAR ARTE (pero si te sobra, dónale). Su visión es hacer la Twin Peaks de los sharksploitation films, y vaya que lo logra.
Inspirado por Robert Rodríguez y El Mariachi, Preciado demuestra que filmar sin presupuesto ni tiempo es la mejor manera de que tu película parezca… sin presupuesto ni tiempo. Pero con huevos. Muchos.

PARA QUIÉN ES NARCO SHARK
Si amas Sharknado, pero querías menos CGI decente y más gonorrea conceptual. Si te hace reír Torrente de Santiago Segura y llorar Acción Mutante de Álex de la Iglesia. Si el cine arte te parece pretencioso, pero amas cuando es pretencioso y asqueroso a la vez. Si alguna vez pensaste “quiero ver un tiburón drogado pelear contra ninjas mexicanos mientras un saxofonista detective seduce a su maniquí esposa”… esta película fue hecha para ti.

¿DÓNDE VERLA?
Por ahora, la neta, solo logramos encontrarla en Amazon bajo esquema de renta, pero vale cada maldito centavo que están pidiendo por ella, el cual sin duda nos parece poco en comparación con la tonelada de inspiración que nos dejó.
Narco Shark is an insane Mexican sharksploitation film by Gerardo Preciado, featuring a cocaine-fueled killer shark, ninja cartels, a saxophonist detective, and a mannequin wife. It’s outsider cinema with guts.