En Estados Unidos, los eventos deportivos no solo son espectáculos, sino plataformas de consumo masivo. Desde la NFL hasta la NBA, los equipos y marcas han perfeccionado el arte de convertir cada jugada en una oportunidad de venta. Un ejemplo claro: si el equipo local anota cierta cantidad de puntos, los aficionados reciben descuentos en restaurantes, productos gratis o promociones exclusivas. Esta táctica, conocida como “reward-based marketing”, convierte el rendimiento deportivo en un incentivo directo para el consumidor.
Las cadenas como Pizza Hut, Taco Bell o Buffalo Wild Wings han implementado este tipo de estrategias durante años. Por ejemplo, si los Dallas Cowboys ganan por más de 20 puntos, los clientes pueden obtener alitas gratis al día siguiente. Estas promociones no solo aumentan las ventas, sino que refuerzan el vínculo emocional entre el aficionado, su equipo y la marca.
En México, aunque el fútbol es el deporte más popular, este tipo de estrategias aún no se han adoptado de forma sistemática. Durante eventos como el Super Bowl, sí se observan aumentos en el consumo de botanas, cerveza y comida rápida, y algunas marcas lanzan promociones temáticas. Sin embargo, las promociones ligadas directamente al desempeño de los equipos locales son prácticamente inexistentes.
¿Por qué esta diferencia? En parte, por la estructura del marketing deportivo. En EE.UU., los equipos tienen acuerdos comerciales más dinámicos y regionalizados. Las marcas locales se alinean con los equipos para generar promociones específicas, mientras que en México, el patrocinio suele ser más institucional y menos táctico. Además, el ecosistema de consumo estadounidense está más acostumbrado a recompensas inmediatas y personalizadas.
Otro factor es la infraestructura digital. En EE.UU., las apps de delivery, los programas de lealtad y las redes sociales permiten activar promociones en tiempo real. En México, aunque el uso de plataformas como Uber Eats y Rappi ha crecido, la integración con eventos deportivos aún es limitada.
La oportunidad está clara: crear experiencias que conecten el deporte con el consumo cotidiano. Imagina que si el Club América gana por tres goles, los fans reciben un combo especial en su restaurante favorito. Este tipo de activaciones no solo generan ventas, sino también conversación, fidelidad y presencia de marca.
En resumen, Estados Unidos ha convertido el deporte en un motor de consumo inteligente. México tiene el público, la pasión y la tecnología para hacerlo también. Solo falta que las marcas y clubes se atrevan a jugar en equipo.
REFERENCIAS:
https://www.merca20.com/tendencia-de-consumo-de-eventos-deportivos-en-mexico-segun-estudio