¿Qué pasaría si realmente funcionara el traje de Ant-Man?

Por alguna razón (probablemente una mezcla de insomnio, THC y After Effects colgado), alguien en el estudio preguntó: «¿Y si pudiéramos hacernos 100 veces más grandes o 100 veces más pequeños como Ant-Man?» Y ahí se jodió la noche. Porque claro, no podíamos simplemente reírnos y seguir cortando el TikTok del cliente, no señor, había que abrir la caja de Pandora de la física, la biología y la termodinámica cuántica.

Mini tú: la pesadilla microscópica que nadie pidió

Imagínate que pasas de 1.70 metros a 1.7 centímetros. Suena adorable, sí, como una figura de acción articulada. Pero en la vida real, serías más como una albóndiga histérica de carne que muere en segundos.
¿Por qué? Porque la ley cuadrado-cúbica te traiciona. Tu volumen (y por ende tu masa) se reduce un millón de veces, pero tu superficie solo 10,000. O sea, te vuelves una esponjita metabólica.
Tu cuerpo necesitaría energía como si fueras un colibrí con ansiedad, pero no tendría pulmones ni corazón funcional a esa escala. Además, te congelarías en chinga porque pierdes calor a una velocidad absurda.
Conclusión: mini tú se muere antes de que puedas gritar “¡Wakanda Forever!”

Maxi tú: el coloso que se aplasta solito

Ahora vamos al otro extremo: te haces 100 veces más grande. Mides 170 metros. Ya no cabes en el Foro Sol ni en tus pantalones del Tianguis del Chopo.
Pero eso no es lo peor. Lo peor es que tus huesos se rompen por tu propio peso, tus órganos no pueden sostener la presión, y tu corazón no tiene la fuerza suficiente para mandar sangre ni al segundo piso de tu cuerpo.
Te sobrecalientas como un iPhone con TikTok abierto bajo el sol de Cancún, y para cuando el mundo entero te vea como el nuevo Kaiju chilango, ya estarás desmayado por hipertensión y falta de oxígeno cerebral.
Serías una montaña viva con ganas de morirse.

¿Entonces Marvel nos mintió?

Sí. Pero qué rico mintieron.
Lo cierto es que si quisieras de verdad vivir la fantasía Ant-Man, necesitarías una física alternativa, un cuerpo completamente distinto al humano, y seguramente la ayuda de un demonio extradimensional que cobre con tu alma.
Pero hey, para eso está la ciencia ficción: para preguntarnos estupideces cuando no queremos pensar en el deadline del cliente.

 

Cosas que aprendimos:

No edites crudo.
No confíes en las leyes de la física cuando fumas mota.
Y sobre todo, nunca te tomes en serio una idea que comienza con “¿Y si Ant-Man fuera real?”… a menos que quieras terminar escribiendo esto a las 4 a.m. comiéndote unos Doritos fríos frente a Premiere Pro.