Una flor con raíces en América

El cempasúchil, cuyo nombre científico es Tagetes erecta, es una flor que crece exclusivamente en el continente americano. Originaria de México, Centroamérica y Sudamérica, esta planta no solo es parte de nuestra biodiversidad, sino también del alma cultural que nos une como pueblo.

Según Jerónimo Reyes, biólogo del Jardín Botánico del Instituto de Biología de la UNAM, existen alrededor de 58 especies de Tagetes, aunque solo unas pocas se destinan a los usos rituales y medicinales.

Su historia y su color dorado se entrelazan profundamente con las tradiciones del Día de Muertos, en el que sus pétalos, dispuestos sobre los altares, sirven como guía luminosa para las almas que regresan a visitar a sus seres queridos. Algunos dicen que es su aroma inconfundible el que las conduce, otros aseguran que es su color solar el que ilumina el camino hacia el reencuentro.

El cempasúchil como medicina ancestral

Más allá de su profundo valor simbólico en rituales como el Día de Muertos, el cempasúchil posee propiedades medicinales que han sido aprovechadas desde tiempos prehispánicos. Las culturas originarias de México reconocieron en esta flor no solo un vínculo espiritual con los difuntos, sino también un recurso natural para sanar el cuerpo.

En la medicina tradicional mexicana, el cempasúchil se utiliza en infusiones para aliviar problemas digestivos y respiratorios. Su té es conocido por calmar malestares estomacales, mientras que el vapor de sus pétalos ayuda a despejar las vías respiratorias. Además, el aceite extraído de la flor se aplica en el pecho y la espalda con el propósito de calentar los pulmones y combatir los síntomas del resfriado. En algunas comunidades, también se prepara en ungüentos para tratar dolores musculares y mejorar la circulación.

Propiedades agrícolas y usos industriales

El cempasúchil es una planta de gran versatilidad, reconocida por su color brillante que va del amarillo intenso al anaranjado. Se cultiva en zonas cálidas, semicálidas y templadas, y florece desde el verano hasta el otoño, coincidiendo con la temporada del Día de Muertos.

En el ámbito agrícola, sus pétalos y raíces se aprovechan como insecticida natural, ya sea como repelente o plantándolo alrededor de los cultivos para protegerlos. También funciona como abono orgánico, enriqueciendo la tierra con nutrientes esenciales.

Además, el aceite de flor de cempasúchil se utiliza como bioplaguicida natural, ayudando a proteger los cultivos del campo mexicano sin dañar el medio ambiente.

En el ámbito industrial, su uso se ha expandido internacionalmente. En países como China e India, donde se concentra el 95% de la producción industrial, el cempasúchil se utiliza como colorante natural en textiles y alimentos. Gracias a su alto contenido en luteína, un carotenoide de pigmento dorado, se emplea para intensificar el color amarillo en la yema del huevo o la carne de pollo.En regiones mexicanas como Guerrero, Puebla, Oaxaca y Morelos, los artesanos locales aún utilizan sus pigmentos para teñir textiles y cerámica artesanal. Al combinarse con otros extractos vegetales, se obtienen tonos azules, verdes y amarillos.

El arte de cultivar la flor de cempasúchil

La leyenda del cempasúchil

Cuenta la tradición que Xóchitl y Huitzilin eran dos jóvenes enamorados que solían subir juntos a la cima de una montaña para ofrecer flores al dios Tonatiuh. Su amor era puro, alegre y lleno de vida. Pero un día, Huitzilin fue llamado a la guerra y nunca regresó. Devastada por el dolor, Xóchitl subió sola a la montaña y pidió al dios del sol que la reuniera con su amado.

Tonatiuh, conmovido por su súplica, transformó a Xóchitl en una flor de color fuego: el cempasúchil. Al sentir el calor del sol, la flor abrió sus pétalos y apareció un colibrí revoloteando entre ellos. Era Huitzilin, renacido en forma de ave. Desde entonces, se cree que cuando un colibrí visita un cempasúchil, el amor eterno se manifiesta.

En el Día de Muertos, se cree que el aroma de la flor de cempasúchil guía a las almas de los difuntos en el camino hacia la ofrenda que les espera en el mundo de los vivos. Esta es una clara referencia a que el aroma de esta flor guía con amor a las personas que se fueron, y que esperamos regresen a visitarnos año con año, para reencontrarnos con nuestros seres queridos, tal como lo hicieron Xóchitl y Huitzilin.

Video de “La leyenda de del cempasúchil”

Video de leyenda para los niños

Un símbolo vivo

El cempasúchil no solo representa el amor eterno y la conexión entre la vida y la muerte, sino también la resiliencia del pueblo mexicano. Cada pétalo encierra siglos de historia, espiritualidad y arte. Su presencia en los altares es una promesa de reencuentro, un puente de luz y aroma que une corazones más allá del tiempo.