En un mundo donde la cultura del skate sigue apestando a testosterona y olor a Vans sudadas, un grupo de skaters en Nueva York decidió que ya era hora de cambiar las reglas del juego. Se llaman BRUJAS, y no, no tienen nada que ver con calderos ni gatos negros (bueno, probablemente sí tengan gatos, pero eso no es el punto). Son un colectivo de skaters que fusionan el punk, la política y el activismo social con la pura y dura patineta, convirtiéndose en una especie de Young Lords con ruedas y sin pelos en la lengua.

Skate y Resistencia

Si creías que el skate se trataba solo de deslizarse por la ciudad sin más propósito que evitar los policías y esquivar perros callejeros, las BRUJAS tienen una noticia para ti: el skate es política. Y en un Manhattan cada vez más gentrificado, donde la cultura underground está siendo devorada por cafeterías con nombres en francés y alquileres imposibles, estas skaters están reclamando su espacio, no solo en el pavimento, sino en la conversación social.

Fundado por Arianna Gil y Sheyla Grullon, el grupo se propuso desde el día uno ser más que una pandilla de skaters con hoodie. Su idea era crear un movimiento en el que la calle, la moda y la acción social se entrelazaran como un kickflip perfectamente ejecutado. Inspiradas por la cultura skate de Quartersnacks y el legado radical de los Young Lords, las BRUJAS comenzaron a organizar talleres, fiestas y reuniones políticas. Básicamente, si Malcolm X hubiera sido skater, seguro estaría dándoles un follow en Instagram.

De Ollies y Protestas

Entre patinadas en el 181 Hamilton Bridge Skatepark y grafitis de resistencia, este colectivo no se conforma con dominar la tabla: también enseñan defensa personal, organizan talleres de educación política y recaudan fondos para la reforma del sistema penitenciario con su marca de ropa 1971 Project. Y sí, ese nombre viene de los disturbios de Attica en 1971, porque aquí todo tiene una razón de ser. Nada de «simplemente se veía cool».

El dinero que generan con su streetwear no va a pagar marketing en TikTok ni influencers genéricos: hasta ahora han recaudado 23,000 dólares para apoyar a personas en prisión. Mientras otros colectivos de skate están ocupados viendo quién logra el mejor truco para ganar patrocinadores, las BRUJAS están armando redes de apoyo y haciendo talleres llamados Brouhaha para enseñar organización radical. Imagínate una TED Talk, pero con más graffiti y sin tipos en traje explicando obviedades.

Moda, Cultura y Resistencia en Cada Rueda

No hay que ser un genio para notar que estas chicas han convertido la moda en una herramienta de resistencia. La sudadera con la palabra BRUJAS no es solo merch, es un estandarte de lucha. Y si algo sabemos de los movimientos contraculturales es que la ropa importa: los punks tenían sus chamarras de cuero, los skaters de los 90 tenían sus Dickies y las BRUJAS tienen su 1971 Project. Cada prenda que venden no es solo un acto de rebeldía contra el fast fashion, sino un golpe directo al status quo.

Pero no se trata solo de verse cool mientras se deslizan por la ciudad. Este grupo ha conseguido espacios en galerías como Recess en Soho, donde han realizado talleres que combinan skate, arte y activismo. Porque, si algo es claro, es que estas chicas están aquí para quedarse, evolucionar y seguir jodiendo al sistema, una patinada a la vez.

Las BRUJAS No Se Apagan

A medida que la ciudad sigue cambiando y los barrios que las vieron crecer son reemplazados por estudios de yoga y panaderías veganas, las BRUJAS siguen resistiendo. No son solo skaters, no son solo activistas, no son solo artistas. Son la encarnación de una juventud que se niega a ser domesticada.

Así que la próxima vez que veas una sudadera con la palabra BRUJAS en Nueva York, ya sabes lo que significa: alguien está patinando, organizando, resistiendo y cagándose de risa mientras lo hace.