En un mundo donde la ciencia ficción se convierte en realidad más rápido que los spoilers de una serie, una empresa llamada Synchron ha dado un paso audaz hacia el futuro. Sí, estamos hablando de interfaces cerebro-computadora (BCI, por sus siglas en inglés), esas tecnologías que parecen sacadas de un episodio de Black Mirror. Pero aquí no hay trama de terror, sino promesas de devolver la independencia a personas con discapacidades severas. Suena bien, ¿verdad? Pues vamos a desmenuzarlo.

¿Qué es Synchron y por qué deberías prestar atención?

Synchron es una startup que se ha propuesto hackear la biología humana, pero no como en las películas de cyborgs asesinos. Esta empresa está desarrollando un dispositivo que conecta el cerebro directamente con computadoras sin necesidad de abrir el cráneo, como suelen hacer otros competidores más intrusivos. Sí, leyeron bien, ¡sin abrir cabezas! Esto se logra mediante un implante que viaja por los vasos sanguíneos hasta el cerebro, como si fuera un Uber para señales neuronales.

El dispositivo estrella, conocido como Stentrode, se implanta mediante un procedimiento mínimamente invasivo. Desde su estratégica posición, el dispositivo capta las señales eléctricas del cerebro y las traduce en comandos digitales. Básicamente, es como si tu cerebro pudiera enviar un WhatsApp, pero sin usar las manos.

¿Por qué es importante?

Ahora bien, antes de que pienses en controlar tu playlist de Spotify con solo pestañear, el objetivo principal de Synchron es mucho más noble. Está diseñado para personas con parálisis severa, permitiéndoles interactuar con dispositivos digitales y recuperar una independencia que creían perdida. Hablamos de la posibilidad de escribir mensajes, navegar por internet o controlar dispositivos domésticos simplemente con la mente. Un cambio de vida total.

¿Cómo funciona? ¿Es magia o ciencia hardcore?

El Stentrode no necesita una cirugía compleja ni requiere que juegues a ser Frankenstein. Se introduce a través de la vena yugular y navega hasta llegar a los vasos sanguíneos cercanos al cerebro. Una vez ahí, comienza a captar las señales eléctricas cerebrales y las envía a un dispositivo externo que traduce estos impulsos en comandos de computadora.

¿Lo mejor? El procedimiento es tan simple que se realiza en un par de horas y, según Synchron, los pacientes pueden volver a casa al día siguiente.

El impacto más allá de lo evidente

Por supuesto, esto no solo cambia la vida de las personas con discapacidades; también abre un debate sobre los límites éticos de esta tecnología. ¿Quién garantiza que estas señales cerebrales no se usen para fines poco éticos? ¿Qué tan seguro es conectar nuestras mentes a dispositivos digitales en un mundo donde los hackers pueden entrar hasta en el refrigerador inteligente?

Synchron asegura que la privacidad es una prioridad, pero ya sabemos cómo funciona el mundo: primero te venden la idea de libertad, y luego estás vendiendo tu alma digital a la nube.

¿Qué sigue para Synchron y el BCI?

Synchron ya ha obtenido la aprobación de la FDA para ensayos clínicos en humanos en los Estados Unidos. Esto significa que, si todo marcha bien, pronto podríamos ver un auge en la adopción de esta tecnología. Imagina un futuro donde las personas con discapacidades severas puedan trabajar, estudiar y comunicarse sin barreras.

Sin embargo, no todo es color de rosa. La tecnología aún está en sus primeras etapas y no está exenta de desafíos técnicos y financieros. Y aunque la idea es democratizar el acceso a este tipo de dispositivos, probablemente no será barato.

¿Futuro utópico o la puerta al apocalipsis digital?

La tecnología de Synchron es un avance que promete transformar vidas y redefinir lo que significa ser humano en la era digital. Pero también nos obliga a cuestionarnos hasta dónde estamos dispuestos a llegar en nuestra relación simbiótica con las máquinas. ¿Estamos abriendo una puerta hacia la independencia y la inclusión o hacia una nueva forma de control?

Solo el tiempo lo dirá. Por ahora, lo único seguro es que el futuro ya está aquí, y está conectado a nuestros cerebros.