El nuevo film de Quentin  ( y de hecho podemos llamarlo así y por otro par de apodos chistosos ya que de hecho nuestro director lo conoce en una relación de amistad inspirada en el CBD)  Se presenta como una extraña pasta mezclada con el recuerdo nostálgico de una época y el desvarío sensual de lo que queremos mantener vivo de ella.  Un film plagado de historias meta cinematográficas, que se debate entre una oda a los excesos y la magia de un estilo cinematográfico que cifra su belleza en lo repetitivo y predecible. ¿ Es acaso un crimen ir a un McDonalds y esperar que la Hamburguesa sea grasosa y con sabor a plástico? ¿ Qué tal si amamos el sabor a plástico de la infancia?

Muchas y muy variadas críticas giran al rededor de esta película que por cierto aun no hemos visto, pero a decir de los que saben se perfila a ser un encantador pedazo de basura que vamos a amar y del que platicaremos por décadas.

Recuerde el viejo refrán: “el chiste del chiste es la falta de chiste”

En palabras de Dolly Mallet, la mujer que le dio clases a toda mi generación:

Me queda claro que DiCaprio y Pitt son de las más grandes estrellas de su generación. Pitt tiene un Star Quality que ya poco se encuentra. DiCaprio, como siempre, sorprendiendo con su actuación. Pero… sin ellos, la película sería larga, aburrida, sin sentido y vacía. Falta el villano que Tarantino delineó en Bastardos sin Gloria para que el final fuera satisfactorio. No lo es. La narrativa es un bonche de anécdotas que no tienen nada que ver y que sólo sirven para que nos gusten los protagonistas (que afortunadamente son ellos dos). Me parece totalmente sobrevalorada. ¿Por qué es una gran cinta? ¿Por su homenaje a los 70s? Está chido, pero eso no la hace una gran película. Es Tarantino regordeándose en sí mismo y ya chole.

Antes de emitir una opinión editorial oficial quizá la queremos ver, para saber si es una obra de arte o una increíble basura, que en el caso de Tarantino ambas cosas son igual de disfrutables y las divide una línea tan delgada como un cabello.