Yelena Yemchuk, esa artista nacida en Kiev que no solo desafía las normas, sino que las reinventa mientras nos arrastra al ojo de su huracán creativo. Su última obra, Mise en abyme, es como un remix de lujo de su libro anterior, УYY (o lo que sea que signifiquen esas letras para quienes no somos expertos en cirílico). Publicada por la editorial milanesa Départ pour l’image, esta pieza no es solo un libro: es un manifiesto, un museo portátil y, para quienes tengan el cerebro lo suficientemente abierto, una experiencia filosófica.
¿Qué es Mise en abyme y por qué deberías importarte?
Primero, aclaremos algo: Yemchuk no es de esas artistas que crean un libro, lo firman y lo olvidan mientras corre el dinero de las regalías. No, Mise en abyme es un spin-off (como el primo arty de Better Call Saul) que toma el material del libro original y lo retuerce en un formato que desafía cualquier idea que tengamos sobre lo que puede ser un libro de arte. Usando las pruebas tipográficas del tiraje original de УYY, imágenes inéditas y hasta fotografías pintarrajeadas por la misma Yemchuk, este libro redefine la idea de lo que significa rehacer algo.
Este proceso de reciclaje creativo no es un gesto eco-friendly (aunque, bonus, sí lo es), sino una declaración: el arte es un flujo constante, una conciencia que nunca se detiene. Yemchuk, con su particular mezcla de fotografía, pintura y dibujo, parece decirnos: «Nada es estático, ni siquiera tu memoria».
¿Por qué deberías sentir un poco de envidia?
Cada uno de los 1,000 ejemplares de Mise en abyme incluye una impresión única y original. Eso significa que quien lo compre no solo está adquiriendo un libro, sino un pedazo exclusivo del cerebro de Yemchuk. Esa individualidad es tan millennial y Gen Z que casi podemos imaginar a alguien subiendo su página favorita a Instagram con el hashtag #ArtGoals.
El poder de lo femenino
Más allá de su estructura y diseño, Mise en abyme es un himno a la mujer. Yemchuk retrata a sus personajes con una mezcla de sensualidad y desafío que recuerda al Saturno de Goya, pero con una vibra más punk. Estas mujeres no temen la seducción ni el placer; Yemchuk las presenta como entidades que dominan su espacio y nos observan con una intensidad que te hace replantearte tus decisiones de vida.
Por qué el tiempo de la infancia importa
Entre las capas de pintura y fotografía, Yemchuk juega con la idea de la infancia no como una etapa, sino como un estado de creatividad pura. Nos recuerda que esos miedos y alegrías infantiles moldean nuestras vidas adultas, aunque rara vez logramos prolongar esa magia. Si sientes nostalgia por la libertad creativa de tu niñez, este libro te hará desear un viaje en el tiempo… o al menos te inspirará a comprar crayones otra vez.
¿Y el veredicto final?
Mise en abyme no es solo un libro raro, sino una obra profundamente libre. Y en un mundo donde todo parece diseñado para encajar en una caja predefinida (gracias, algoritmos), Yemchuk crea algo que no pide permiso ni ofrece disculpas. Este es un arte que no busca complacer, sino provocar, y lo hace con una intensidad que es a la vez electrizante y opaca. Una contradicción deliciosa.
Si tienes la suerte de conseguir uno de estos 1,000 ejemplares, felicidades: acabas de adquirir una cápsula de arte tan única como un copo de nieve. Si no, al menos puedes admirar su genialidad en su página web.