La leyenda urbana que vivía en nuestras casas católicas
-Se arrancó un ojo y lo tiene en un anillo que usa para sus rituales satánicos.
-Se retiró dos costillas para poder jugar consigo mismo.
-Le ofreció su alma al diablo después de que su carrera de actor fracasara en Los años maravillosos.
Todo eso eran cosas que escuchabas decir a tus tías cuando se reunían en la tarde a tomar café y leer el rosario. Había juntas en el catecismo para hablarnos acerca de su malvada música. Nos prohibieron escucharlo porque había influenciado «diabólicamente» a unos jóvenes a hacer un tiroteo en una escuela que sacudió al país. (Años después nos damos cuenta de que cualquier cosa, hasta un yoghurt caducado, puede desatar mares y ríos de violencia adolescente, porque no estamos mejor… sino infinitamente peor que hace 25 años en este lugar).
Catecismo, terror psicológico y el soundtrack del infierno
Los retiros espirituales y campamentos de nuestras escuelas católicas tenían secciones donde nos asustaban en mitad de la noche con fragmentos de El Exorcista y leyendas de que la música de Marilyn Manson llevaría nuestras mentes y nuestras almas al mismísimo infierno. Sin mencionar que un campamento de puros niños católicos en la edad de la punzada ya es una compuerta al infierno degenerado y homoerótico por excelencia… pero eso es otra historia bastante divertida para más tarde.
Manson no era el diablo: era la única alternativa al Disney fascista
¿Bastardo provocador o simplemente un artista de circo que sabía lo que los jóvenes impresionables de los noventa ansiábamos? Rebeldía, oscuridad y maldad envueltas en rock post-industrial, con riffs y estribillos sacados de laboratorios de mercadotecnia musical. Sin duda, Marilyn Manson es un personaje que delineó nuestra infancia como millennials asustados en un mundo prehistórico, previo a las redes sociales y al boom del internet como la única verdad canónica de nuestros días.
Escuchar a Marilyn Manson representaba en nuestros días el máximo acto de rebeldía contra un sistema y una visión del mundo que en los noventas nos oprimía y nos hacía sentir que el único camino era ser niño Disney y creer en lo que tus papis y el gobierno te decían. Infelizmente, ese sistema ganó. Y ahora las nuevas generaciones idolatran al falso dios Ratón disfrazado de las cosas que intentaron jugarle un contrapeso.
Tú, generación TikTok, no entenderías
Ustedes, jóvenes enajenados y atados a TikTok, jamás podrán imaginar (o jamás se darán cuenta hasta que sea muy tarde) el estado de opresión mental que vivíamos en los 90s en México. Escuchar esta música y venderle tu alma a lo desconocido representaba un acto de libertad soberana y de repudio a un sistema de desesperanza y del fin del mundo. Es triste, pero ese fin del mundo ha tardado ya 25 años… y es cada vez más horrible y doloroso, porque ha sido lento, agónico y una sádica tortura.
Manson no es un santo. Es un ser humano tan asqueroso y equivocado como cualquiera de nosotros. Pero representaba una luz —o, mejor dicho, una oscuridad deliciosa— en la que podías sumergirte y encontrarte con lo que de verdad querías ser y pensar. No lo que la sociedad te imponía para poder coexistir.
No era santo, pero era refugio, Profeta de los millenials
Esa es su relevancia cultural y su impacto para nosotros, que ahora, en nuestros cuarentas, lo queremos escuchar aunque abotonados en el cinturoncito Disney ya no nos dé miedo. Porque nunca pretendía dar miedo. Simplemente ser una opción diferente. En un México que se escandaliza por los corridos tumbados y la apología al narco, vale la pena escuchar —o al menos atender— al fenómeno de Marilyn Manson para entender que la música no crea la violencia y la oscuridad, sino que simplemente cuenta historias sobre ellas. Historias que, de algún modo, nos hacen más llevadera la existencia en un averno que nos da miedo y asco vivir. Un día recordaremos con tristeza esta época tan horrenda (que al parecer será mucho mejor que la que nos espera) y nos daremos cuenta de que no debimos prohibir la música… sino que debimos prohibir que la violencia nos rebasara.
¿Y ahora qué? ¿Quién nos da el Parental Advisory a nosotros?
Marilyn Manson representa mucho más de lo que tú crees para nosotros que lo vivimos. Vimos cómo se marcaba cada uno de los discos compactos con un sello que delimitaba lo prohibido (pensar cosas que le dan miedo a la sociedad o hablar de cosas que le dan miedo a la sociedad es algo que hay que prohibir). Parental Advisory Is Necessary, decía el sello. ¿Pero de qué padres? ¿De los que estaban ocupados tratando de hacernos sobrevivir? Y eso nos lleva a la pregunta actual: ¿qué Parental Advisory vamos a ejercer sobre niños que no podemos o no queremos tener porque el mundo da asco? Escuchar hoy, en 2025, a Marilyn Manson nos hace recordarlo.