En enero de 2023, Mijailo Mudryk era una de las grandes promesas del fútbol europeo. El Chelsea pagó cerca de 100 millones de euros al Shakhtar Donetsk por el extremo ucraniano, que deslumbraba por su velocidad explosiva y desequilibrio. Pero dos años después, su carrera dio un giro inesperado: una sanción por dopaje lo alejó del fútbol profesional, y ahora se le ve entrenando como velocista, con la mira puesta en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028.
El escándalo que lo cambió todo
En abril de 2025, Mudryk dio positivo en un control antidopaje por meldonium, una sustancia prohibida por la Agencia Mundial Antidopaje (WADA). La sanción provisional comenzó en diciembre de 2024, y se especula que podría extenderse hasta cuatro años, lo que lo dejaría fuera del fútbol hasta 2028.
El Chelsea, decepcionado por su bajo rendimiento (10 goles y 11 asistencias en 73 partidos), decidió rescindir su contrato, aunque oficialmente aún no se ha confirmado la ruptura total.

¿Por qué atletismo?
Mudryk siempre fue reconocido por su velocidad. En su debut en la Premier League, alcanzó los 36.67 km/h, rompiendo récords de velocidad en Inglaterra. Esa marca lo convirtió en candidato natural para las pistas, y ahora entrena con el equipo nacional de velocidad de Ucrania, bajo la tutela de ex atletas olímpicos.
Su objetivo: clasificar a Los Ángeles 2028 como velocista. Para lograrlo, deberá cumplir con las marcas mínimas de la World Athletics y superar los trials ucranianos en 2027. No será fácil, pero su físico y determinación lo mantienen en la pelea.

¿Reinvención o espejismo?
La historia de Mudryk plantea una pregunta incómoda: ¿puede un futbolista sancionado por dopaje reinventarse como atleta olímpico? El camino está lleno de obstáculos:
- La sanción aún no es definitiva. Si se confirma, podría limitar su participación en cualquier disciplina profesional.
- El atletismo exige técnica, no solo velocidad. Mudryk deberá adaptarse a un entrenamiento completamente distinto.
- La presión mediática no desaparece. Su pasado lo sigue, y muchos lo ven como una figura caída más que como un aspirante legítimo.
Un futuro incierto
Mientras entrena lejos de los reflectores, Mudryk vive entre dos mundos: el fútbol que lo expulsó y el atletismo que aún no lo ha aceptado. Su historia es un recordatorio de que el talento físico no siempre garantiza estabilidad, y que las segundas oportunidades en el deporte vienen con condiciones.
¿Lo veremos en Los Ángeles 2028? ¿Será capaz de dejar atrás el escándalo y reinventarse como atleta? Por ahora, solo hay incertidumbre… y una pista abierta.
REFERENCIAS: