Obviamente este titular es más falso que una disculpa de influencer cancelado.
Pero si ya caíste aquí —y gracias por eso—, es el momento perfecto para que aprendas algo útil:
cómo funciona el clickbait y cómo puedes usarlo a tu favor sin perder la dignidad.

Porque sí, el morbo vende, pero la información con colmillo engancha mejor. Quédate y te lo contamos.

Hay que decirlo con todas sus letras: el clickbait no es el enemigo. El enemigo es usarlo mal. O peor: usarlo para nada. Si vas a llamar la atención, más te vale tener algo que decir. Porque en el mundo del marketing digital 2025, donde cada microsegundo de atención es una guerra campal entre memes, reels, hilos de X (antes Twitter) y tus tías en Facebook, ser visto es solo el primer round. El knock-out viene cuando logras que se queden.

¿Y cómo se logra eso? Con clickbait bien hecho. Con morbo controlado. Con contenido que pique, rasque y, de paso, te deje pensando. Aquí te damos las claves para hacer eso sin verte como otro vendehumo en LinkedIn.

Clickbait con Ética: El Oxímoron que Sí Funciona

Muchos te dirán que “el contenido de valor es lo importante”. Sí, claro. Pero ese contenido de valor sin gancho es como regalar oro escondido dentro de una caja de galletas Marías. Nadie va a abrirla.

Entonces, ¿cómo se construye un buen clickbait sin traicionar la confianza de tu audiencia ni caer en el amarillismo barato?

Mini Guía para el Clickbait Ético:

  • Alineación con Valores: ¿Tu marca va de bienestar emocional y subes un video de “5 razones por las que nadie te va a querer”? Cringe. Si tu identidad es inspiradora, sexy o disruptiva, mantente en ese eje. El morbo solo funciona si no parece una traición a tu ADN de marca.

  • Transparencia: El peor pecado del clickbait no es ser exagerado. Es mentir. Si prometes algo “imperdible”, más te vale que sea de verdad imperdible, aunque sea porque es tan absurdo que no puedes dejar de verlo.

  • Valor Añadido: Ok, ya atrapaste el clic. Ahora no lo desperdicies con basura. Tu contenido tiene que recompensar la curiosidad. Enséñales algo. Provócalos. Dales una anécdota que se les quede. Haz que se rían, se encabronen o se cuestionen.

🧠 Regla de oro: Si no vale la pena verlo hasta el final, no vale la pena hacerlo.

El Morbo como Estrategia: Cómo Hacer que tu Marca Destaque Sin Convertirte en un Payaso de TikTok

El morbo no es nuevo. Lo usaban los periódicos amarillistas, los programas de chismes, y sí, también las universidades cuando prometen empleabilidad al 99.9%. Hoy el morbo está en los thumbnails de YouTube, en los cortes dramáticos de TikTok y en cada episodio de “La Casa de los Famosos”.

¿Por qué funciona? Porque toca fibras viscerales. Nos hace sentir vivos. Nos conecta con el drama, la duda, el escándalo. Pero usar morbo sin estrategia es como prender fuego en un bosque solo para subir un video: mucho ruido, cero legado.

Aquí va tu mini curso de morbo útil™:

  • Haz del morbo una entrada, no el plato fuerte. Usa el morbo como anzuelo, pero el corazón de tu contenido debe tener músculo: storytelling, insights, ideas claras.

  • Crea tensión narrativa. Dale a tu audiencia una razón para quedarse: suspenso, revelaciones graduales, cliffhangers. Sí, como las series malas que terminas maratoneando aunque sepas que están mal actuadas.

  • No seas cruel. El morbo no debe venir del sufrimiento ajeno solo por entretenimiento. Puedes hablar de temas fuertes, pero dales una dimensión, un porqué, una visión más grande.

La Psicología del Morbo: ¿Por Qué No Podemos Dejar de Verlo Todo?

Hay una razón por la que los videos de “Doctores quitando cosas de los oídos” y los hilos de “hombres que terminaron presos por hacerle caso a una influencer” tienen millones de vistas. Somos animales curiosos.

La teoría psicológica detrás de esto se llama Teoría de la Curiosidad de Loewenstein. Según este autor:

“El deseo de información surge cuando hay una brecha entre lo que sabemos y lo que queremos saber, y esa brecha nos incomoda.”
Loewenstein, 1994, p. 77

En otras palabras, el clickbait funciona porque nos provoca incomodidad mental. Nos deja en un cliffhanger interno que solo se resuelve… haciendo clic.

Y como diría Litman (2005), el aprendizaje placentero viene de resolver esa incógnita. Si tu contenido logra eso —si satisface esa inquietud—, entonces el clickbait se vuelve algo más: una puerta hacia algo memorable.

Pero entonces… ¿estás diciendo que el clickbait es bueno?

No. Estoy diciendo que el clickbait bien hecho es arte. Y como todo arte, puede ser sublime o una basura.

El reto para quienes hacemos marketing de contenidos en 2025 no es dejar de usar ganchos llamativos. El reto es darle sentido, forma y potencia a lo que sigue después del clic. Si solo llamas la atención pero no entregas nada, eres como un tráiler de película que promete y no entrega.

Pero si logras clavar el click y luego impactar, educar, hacer reír o inspirar… ahí es donde empieza la magia.

Referencias de consulta