Pocos personajes generan tanto amor y desprecio a partes iguales como Alejandro Jodorowsky. Para algunos, es un visionario incomprendido, un místico moderno. Para otros, es el Carlos Cuauhtémoc Sánchez de la Roma-Condesa, un maestro de la filosofía de café que navega entre galimatías, tarot y frases motivacionales tan profundas como un charco en el Eje Central. Y no nos engañemos: esa ambigüedad es exactamente lo que lo ha hecho tan famoso y, claro, tan Pocos personajes generan tanto amor y desprecio a partes iguales como Alejandro Jodorowsky. Para algunos, es un visionario incomprendido, un místico moderno. Para otros, es el Carlos Cuauhtémoc Sánchez de la Roma-Condesa, un maestro de la filosofía de café que navega entre galimatías, tarot y frases motivacionales tan profundas como un charco en el Eje Central. Y no nos engañemos: esa ambigüedad es exactamente lo que lo ha hecho tan famoso y, claro, tan rico.
El Maestro de la Psicomagia… y de las Contradicciones
«Solo yo y mi familia podemos ejercer la psicomagia», dice Jodorowsky en su página oficial, como un mago que celosamente guarda los secretos de su sombrero. Traducido al lenguaje de la Condesa, esto significa: “
La psicomagia es una farsa, pero solo yo y mi círculo cercano tenemos licencia para lucrar con ella”. No es que quiera que lo llamemos estafador, pero vaya, tampoco está haciendo mucho por disuadirnos.
La psicomagia, ese cóctel de surrealismo, teatro y esoterismo, ha sido su carta de presentación desde hace décadas. En manos de Jodorowsky, se convierte en una especie de performance terapéutico que mezcla simbolismos exagerados y actos dramáticos. En manos de cualquiera más, él mismo asegura que es peligrosa. El mensaje es claro: si vas a dejarte timar, hazlo con el original.

El Mito de “Jodo” y su Relación con México
Jodorowsky aterrizó en México a mediados de los sesenta, justo cuando la contracultura estaba echando raíces. Publicaba sus “Fábulas Pánicas” en El Heraldo de México, tratando de emular a Robert Crumb pero quedándose a medio camino. Eso sí, su habilidad para las relaciones públicas le permitió integrarse rápidamente al círculo intelectual capitalino, donde sus obras teatrales como El Juego Que Todos Jugamos causaron revuelo entre los que buscaban algo “revolucionario”. Spoiler alert: Jodorowsky siempre ha sabido cómo vender lo subversivo.
Cuando llegó al cine, empezó con trabajos como Fando y Lis y El Topo, películas que los fans del culto aman pero que, objetivamente, son difíciles de digerir. En El Topo, por ejemplo, sacrificó animales en pantalla porque, claro, el “verdadero arte” justifica cualquier cosa. Imagínate lo que habría pasado si existieran los PETA de TikTok en ese entonces.
La psicomagia, ese cóctel de surrealismo, teatro y esoterismo, ha sido su carta de presentación desde hace décadas. En manos de Jodorowsky, se convierte en una especie de performance terapéutico que mezcla simbolismos exagerados y actos dramáticos. En manos de cualquiera más, él mismo asegura que es peligrosa. El mensaje es claro: si vas a dejarte timar, hazlo con el original.

El Escándalo como Marca Personal
A Jodorowsky le encanta el escándalo. Lo sabe, lo explota, lo monetiza. Desde declaraciones como “soy como Cristo” hasta sus espectáculos teatrales que pretendían “confrontar” al público, todo en su carrera ha girado en torno a la provocación. Pero ojo, no nos confundamos: no busca cambiar al mundo, sino venderle entradas para que lo vean «intentar» hacerlo.
La psicomagia, ese cóctel de surrealismo, teatro y esoterismo, ha sido su carta de presentación desde hace décadas. En manos de Jodorowsky, se convierte en una especie de performance terapéutico que mezcla simbolismos exagerados y actos dramáticos. En manos de cualquiera más, él mismo asegura que es peligrosa. El mensaje es claro: si vas a dejarte timar, hazlo con el original.

El Genio del Efectismo
Si algo define a Jodorowsky es su capacidad para crear frases que parecen profundas pero que, en realidad, son puro humo. “El ego es como un perro. Hay que domarlo, no matarlo.” Suena bien, ¿no? Claro, hasta que te das cuenta de que es básicamente algo que un coach de vida diría entre sorbos de café orgánico.
Su habilidad para disfrazar obviedades como da”. Donde otros ven a un genio, nosotros vemos a un hábil comerciante que convirtió la autoayuda y el esoterismo en una mina de oro.
La psicomagia, ese cóctel de surrealismo, teatro y esoterismo, ha sido su carta de presentación desde hace décadas. En manos de Jodorowsky, se convierte en una especie de performance terapéutico que mezcla simbolismos exagerados y actos dramáticos. En manos de cualquiera más, él mismo asegura que es peligrosa. El mensaje es claro: si vas a dejarte timar, hazlo con el original.

La Pregunta Final
Entonces, ¿es Jodorowsky un genio o un charlatán? La respuesta es… ambos. Su capacidad para reinventarse y capitalizar las modas de la contracultura es impresionante, pero no nos dejemos engañar: detrás de sus frases inspiradoras y su misticismo de boutique hay un hombre de negocios que sabe exactamente lo que hace. Y si alguna vez dudas de su autenticidad, recuerda: él mismo te dirá que solo él tiene derecho a ser un psicomago.